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piel a piel

Deseo y sexo pensado.

Recuerda que la principal zona erógena es el cerebro, por mucho que te digan que no, el deseo nace en la cabeza, aunque lo sufras en la piel.
Se te esconde en los rincones y en los pliegues de la piel; no lo satisfagas y mas grande se hará.
Como el fuego, no lo aplaques con agua, dale mas madera, para que crezca. Atízalo sin deshacerlo. Satisfacer el deseo es matarlo.
Nada hay mas placentero que ver crecer el deseo, ver como los ojos se entrecierran de excitación, cómo las caderas buscan en el aire, levantándose de la cama, el sexo que se les niega.
No ver y no tocar, a ciegas y con las manos dulcemente atrapadas en seda, sobre tu cabeza, rozarte solo lo necesario para que el fuego siga encendido, para que se haga más grande cada vez.
Acariciarte con palabras, enredar tu piel entre olores de sábana y sexo húmedo, hasta que en el aire crepiten desesperados tus jadeos.
Solo entonces, y como acto de caridad, se puede satisfacer a quién estabas dominando.
Lamer todos tus labios, hurgar en tus pliegues con cuidado, mordisquear los rosados pezones que me desafían, y entrar.
Ahora sabes que la gratitud suena a gemido. Y morirá el deseo.

Y mañana, no soltaré tus manos.
Miguel

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